martes, 11 de noviembre de 2014

El pasado está escrito en la memoria y el futuro está presente en el deseo.

Con casi total seguridad, Podemos gobernará en 2015. Sin embargo, los defensores de la participación popular y de la revolución democrática para transformar este país estamos muy preocupados con la sucesión de despropósitos metodológicos e inconsistencias que se observan en esta nueva formación. La crítica expuesta en este post explica los motivos que a muchos nos llevan a concluir que Podemos podría terminar como un partido más de la casta.
Primero, por los procedimientos y métodos utilizados en su constitución y estructuración en el Congreso de Vista Alegre. Segundo, por el tipo de estructura que engendró esta pseudo-asamblea y el mecanismo de asignación de cargos que se va a utilizar: las “listas recomendadas” de partido, que en este caso combinan lo peor de las listas abiertas, de las cerradas y de las listas en sí. Tercero, porque todas las actuaciones/gestos del binomio equipo promotor-técnico tienden a destruir la separación de poderes interna y a privar a los círculos/individuos de cualquier rol relevante, convirtiendo a Podemos en una formación política con un ADN cuasi-absolutista.
”Si no sale lo que yo quiero me marcho’‘ o ‘‘si sale lo mío espero que los otros se echen a un lado”. Estas frases pre-asamblea de Pablo Iglesias (PI),  fueron un mix chantaje/amaneza bastante barato, que se aprovechó de la sensación de dependencia que tiene el electorado de Podemos (que no es el 15M) con respecto a PI para barrer al PPSOE. Importante lo de que no es el 15M, ya que según los análisis del equipo de big data 15M y Peña-Lopez et al (2014),  la labor de bajarle el karma al régimen del 78 durante el período 2011-2013 la ha realizado una guerrilla online de 15-20mil ciudadanos anónimos que no han necesito ningún líder, siguiendo una lógica de acción-conexión social en red distribuida.
Lo peor de las listas en sí (Efecto lista y selección a dedo): Prácticamente nadie, por no decir nadie, se va a mirar los perfiles de todas las candidaturas. Sin embargo, siendo optimistas, podríamos asumir que el votante de Podemos tiene un perfil curioso y que mirará un promedio de 100 a 200 candidatos pero de entre esos, con casi total seguridad mirará los 62 candidatos de PI. Esto hace que la gente que va en la lista de PI tenga una ventaja clara sobre las demás. Dado que el ratio candidatos totales frente a candidatos elegibles es muy bajo, (apenas significa el 6%) entrar en la lista de PI da a los candidatos un plus de votos inevitable pues “los mirarán más”, mucho más que al resto. Eso les hace más conocidos, y en un sistema de elección de representantes, a diferencia del sorteo, se prima a aquellos que son más conocidos. Los conocidos pueden serlo por la calidad de su trabajo o porque les promocionan, o por ambas cosas. La clave es que la promoción introduce un favoritismo desigual frente a quienes no gozan de dicha promoción. Los sistemas de listas (abiertas o cerradas) han sido criticadas por favorecer la cooptación, la introducción de cuadros en los que prima la lealtad al líder y no sus capacidades individuales. Esto permite que gente de mucha más valía se quede fuera en detrimento de los que pueden contar con el favor o el apadrinamiento de los de arriba, lo que claramente rompe con la independencia del buen político leal únicamente a su conciencia y espíritu crítico.

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