domingo, 14 de abril de 2013

"Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido."

                                   EN   EL   AIRE   Y   LOS   DESEOS                                  
Algunas nubes tienen forma de encomio enardecido, de homenaje al aire por el aire y otras pasan sus cabalgata con parecido legal al recuerdo.
Mirar las nubes ejercita la conciencia y sus incrustaciones y recibir sus salterios borroquiza los ojos. Son un gesto murindo cada vez se trasforman, cuando nos dicen adiós desde sus sajaduras natalicias.
Nadie sabe lo que puede llevar en sus alientos la nube que se pinta su propia maravilla y bioquímica, pues no hay sorpresa más honda por estar en las alturas ni pozo desbocado con tanto templo y figuraciones.            
En toda nube un rostro podría adivinarse, pero es imposible fijarle la danza del corazón. Todos habéis visto la profecía que cada nube usa de garganta y sin embargo nadie puede predecir su última salmodía, es un bazar lleno de cacharros involucrados que tejen y destejen sus cavidades y patrimonios, las curvas y los tapices de su esplendor y sobrecejo. Yo he tenido nubes que perduraron días, viernes, égidas, que se hicieron espasmos como las momias y los ecos y nubes fugaces y lebreles, nubes que murieron sin cábalas, yéndose entre los dedos suscintas y trémulas y unipétalas.
Hay nubes criaturas y nubes raíces en sus deseos y cada una de ellas embellece un tirabuzón del cuadro. Si las miramos ovacionándolas, undívagas y tornasoladas, conoceremos sus historias y sus andariegos tamarindos; cada nube que vela es su propia sepultura y sóchantre.                                                                        

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